La gran diversidad de vida subacuática que posee, sorprende tanto por la variedad como por la cantidad. Dependiendo de la época del año y estado de la mar, podremos disfrutar
de una inmersión llena de sensaciones, como danzar junto a las sobrecogedoras mantas diablo o ser sorprendidos por el inquieto banco de jureles. La gran cueva con su banco de roncadores y el cercano rajón, entre otros, son dos puntos obligatorios de visitar. Todo esto, entre cadenas de sinuosos barrancos que mueren en el gran arenal, donde la blanca arena, siempre batida por la fuerza del océano, encubre a los tranquilos angelotes y mantelinas.